miércoles, 21 de diciembre de 2016

UNA ACTIVIDAD ¡DE FÁBULA!

(Dibujo realizado por Pau López Ruiz-8 años)

Buenas amig@s:                   
Hoy os traigo una actividad para trabajar en el aula “súper” divertida. Se trata de hacer un libro de fábulas como ya habréis adivinado, más o menos, por el título de la entrada.
Las fábulas como ya todos/as sabemos son un género literario narrativo (de hecho, se cree que es una de las formas literarias más antiguas que existen) utilizado para escribir historias breves y didácticas en la que el narrador plantea una problemática moral que puede tener solución o no y que termina con una enseñanza o moraleja para el lector, generalmente de una manera explícita. Sus personajes suelen ser animales u objetos inanimados que adquieren características humanas. Es propio, además, de las fábulas que ya en el título se presenten a los protagonistas y que éstos sean antagónicos o que sus características lo sean. Enganchan a los niños/as por su sencillez, su brevedad y su gracia.
Como dato de interés os diré que la fábula ya era cultivada dos mil años antes de nuestra era. Se han encontrado en Mesopotamia tablas de arcilla que cuentan historias de zorros astutos, elefantes presuntuosos y perros desgraciados, que provienen de la biblioteca escolar de la época. No poseen una moral explícita pero sí que muestran una afinidad con los proverbios por su construcción antitética que antes os comentaba. Habrá que esperar a la época de la antigua Grecia para encontrar ya esa intención última cuya finalidad es la de reflexionar sobre el texto; la primera fábula conocida de esta época es la del ruiseñor de Hesíodo, de comienzos del s. VII a.C., que se encuentra en su poema Los trabajos y los días en la que se hace una reflexión sobre la justicia. A lo largo de la historia encontramos autores reconocidos que han cultivado la fábula entre otros géneros literarios y así han llegado hasta nuestros días como, por ejemplo, Demetrio de Falero (primera colección de fábulas históricamente atestiguadas que se perdieron), Esopo (son las fábulas más famosas: colección Augustana conocidas como Fábulas esópicas), Fedro, Aviano, (éstos últimos romanos), el francés La Fontaine, los españoles Iriarte y Samaniego que en la época de la Ilustración recopilaron y versionaron las fábulas de los anteriores, etc. En el s. XX el género se cultivó muy poco, pero, por suerte, en el s. XXI volvió a resurgir gracias al escritor Sabatino Scia (napolitano), autor de más de doscientas fábulas tituladas por él mismo como “fábulas de protesta occidental”.
Con éste ínfimo recorrido histórico de la fábula se puede ver que ya desde la antigüedad se conocía la importancia pedagógica o didáctica de tal recurso para los niños/as en el aula pues es una buena manera de entretener y educar al mismo tiempo, a la vez que les ayuda a desarrollar su creatividad e imaginación. Aprovechando que a los niños/as les encanta escuchar historias, contarlas e, incluso, inventarlas y escribirlas se puede utilizar en el aula para trabajar aquellos contenidos curriculares que queramos enseñar, no sólo de lengua y literatura sino que, al tratarse, al menos para mí, de un recurso trasversal, se puede utilizar también para trabajar otras áreas y competencias básicas tales como la competencia digital, de la que tanto he hablado en este blog o la educación en valores.
El lenguaje y la comunicación es un eje fundamental en la educación primaria, por lo que la fábula acerca a los niños/as a la lectura y a la comprensión de los textos literarios y les ayuda en el desarrollo de habilidades lingüísticas tales como hablar, escuchar y conversar, leer y escribir. Permite que los niños/as se expresen tanto oralmente como por escrito de una forma más eficaz y aprenden a expresar y compartir sus ideas, sus sentimientos y percepciones, les ayuda a regular su conducta y la de los demás, a ser críticos y justos ya que invita a pensar sobre la realidad propia o ajena, a desarrollar su imaginación y creatividad, a conocer los contenidos culturales y hacerlos suyos, etc. Se puede decir que la fábula ayuda al niño/a a construir su propia visión del mundo ya que muestra ejemplos de lo que es correcto mediante reflexiones provechosas sobre la vida humana y de lo que no lo es o de lo que conviene evitar, a través de las advertencias.
Aparte del punto de vista lingüístico también se puede abordar desde el punto de vista psicológico, etnológico, sociológico, psicoanalítico, etc.  En el área emocional o de educación en valores, la fábula nos permite enseñar o promover que los niños trabajen el respeto mutuo, que valoren las diferencias individuales, la tolerancia, etc., además de promover el trabajo cooperativo y ayudarles en la construcción de una buena ciudadanía.
En cuanto a los cursos donde se puede utilizar, si es que os lo estáis preguntando, desde mi punto de vista, diría que en todas las etapas. Eso sí, ajustando el grado de dificultad al curso donde se aplique. En la etapa de infantil y los primeros cursos de primaria (hasta tercer curso si concreto) las fábulas son ideales pues es una etapa en la que los niños/as viven rodeados de héroes y villanos, buenos y malos y, sobre todo, si sus protagonistas son animales, que encima adoptan características humanas, los transporta a un mundo mágico y fantástico donde todo puede ser posible. Lo recomiendo sobre todo en estos cursos porque es cuando los niños/as están empezando a escribir y redactar, a saber expresarse correctamente, etc. y las fábulas son un buen aliciente para ellos/as, les enganchan en seguida, son una gran motivación.
Hasta aquí he dejado claro que contar fábulas, cuentos o historias es un medio muy adecuado y utilizado a menudo para transmitir conocimientos por el maestro/a pues facilita la comprensión y el aprendizaje del alumnado, pero ¿y si damos un “pasito” más y les proponemos a los niños/as que ellos mismos/as diseñen y creen sus propias fábulas y, si puede ser on line? Os propongo hacer un libro de fábulas como el que he hecho yo junto a mi amiga M. Carmen Herrera y en el que se ha implicado mi hijo de 8 años pues le entusiasmó la idea y ha estado junto a mí aportando ideas e, incluso, ilustrando algunas páginas de éste con sus propios dibujos. El resultado y la experiencia ha sido fantástica e inmejorable de la que nos hemos enriquecido ambos. Es una actividad, que ya de antemano os digo que triunfará en vuestras clases y no sólo en el ámbito escolar sino también en el familiar. Es una actividad que también aconsejaría para hacer en familia pues aúna a sus miembros y da la oportunidad de pasar tiempo juntos (algo inestimable para nuestros hijos/as; sin duda el mejor regalo) y trabajar y crear algo juntos y aprender cualidades de los “peques” que puede que aún no supiéramos o ellos/as de los “papis”. Además, este libro siempre  estará ahí de recuerdo pues se puede comprar una vez finalizado y tenerlo físicamente en casa, además de poder compartirlo on line si es que se opta por la modalidad de hacerlo público para toda aquella persona que entre en la aplicación que hayamos usado.
En cuanto al ámbito escolar, depende del curso, os aconsejaría que se hiciera un libro de fábulas entre toda la clase o bien uno por grupo o, incluso, por alumno si hablamos de quinto o sexto de primaria. En el caso de los primeros cursos, la actividad no será tan ambiciosa, la haríamos más sencilla para que todos puedan participar y divertirse aprendiendo. Propondremos la realización del libro una vez explicado en clase lo que es una fábula y en qué consiste y entre todos la redactaremos e ilustraremos y, para hacerla aún más motivante, recurriremos a las TIC utilizando una herramienta para crearlo on line (por lo que, además, estamos desarrollando su competencia digital). En este punto, os aconsejaría varias aplicaciones para hacerlo como storybird, storyjumper, titatok, bookbuilder, nicetales, etc. Animaos y echadles un vistazo, no os defraudarán. Yo he utilizado storyjumper, me ha resultado más fácil y manejable, además deja subir fotos propias o de internet mientras que storybird no lo permite, eso sí cuenta con una gran cantidad de personajes e imágenes muy bonitas y artísticas; es su punto fuerte. Os dejo el enlace de mi libro de fábulas para que le echéis un vistazo, espero que os guste y os animéis a probarlo con vuestros alumnos y alumnas: Mi libro de fábulas

Chao, hasta la próxima.








domingo, 4 de diciembre de 2016

COMPETENCIA DIGITAL DEL ALUMNADO



Hola de nuevo a tod@s.


El tema que os traigo hoy guarda una estrecha  relación con el de mi entrada sobre competencia digital docente (CDD) del 23 de octubre pasado ya que, en este caso, vengo a hablaros de la competencia digital del alumnado (CDA) y  digo lo de “estrecha relación” porque obviamente para poder enseñar a nuestros alumnos/as, nosotros como docentes, debemos aprender y desarrollar nuestra propia competencia digital.

 Estamos hartos de escuchar que las nuevas generaciones han nacido sabiendo utilizar la tecnología, que es algo innato en ellas y sí, es cierto, pero es labor nuestra, y con “nuestra” me refiero tanto a profesores como a padres, el enseñarles a hacer un uso correcto de las mismas. Guillermo Cánovas, director del observatorio para el uso saludable de las nuevas tecnologías, nos dice en un artículo publicado en La Voz por Ana Lorenzo, que igual que enseñamos a nuestros hijos a cruzar la calle también hay que enseñarles a usar las redes y que el uso que hagan de ellas, es decir, el que hagan un acceso correcto o no de las nuevas tecnologías, depende de la educación dada por los padres, a los que yo añado también por los profesores.

Como ya dije en mi entrada sobre CDD, nuestra sociedad ha cambiado a un ritmo vertiginoso como consecuencia de la gran transformación tecnológica y demanda una educación muy distinta a la tradicional y más acorde con las relaciones de la vida cotidiana de nuestros jóvenes y niños/as de hoy en día. Por tanto, queda claro que la educación es el pilar básico para afrontar los nuevos retos que se plantean, de hecho, ya se ha producido un cambio muy significativo en el concepto de alfabetización desde que surgiera tal necesidad en el s.XIX hasta nuestros días; lo que antes se consideraba alfabetizar era, exclusivamente, enseñar a leer y a escribir, pero hoy en día, en pleno s. XXI, no basta sólo con esto, alfabetizar significa mucho más. Tanto es así que, en 2006, la LOE introduce, por primera vez en el currículum, la “Competencia Digital” como una de las Competencias Básicas para el alumnado (“Tratamiento de la información y competencia digital”) y, después, la LOMCE en 2013 resalta su importancia en la educación como competencia clave, pero sin especificar o desarrollar concretamente ningún aspecto (pasa a llamarse solamente “Competencia Digital”). Esto conlleva un serio problema para los maestros/as pues cada cual hace lo que puede y/o quiere.


Personalmente, como maestra me planteo qué es enseñar competencia digital y cómo lo que tengo que enseñar realmente y, lo más importante, ¿se está llevando realmente a cabo en nuestras aulas? Y, por último, ¿qué es lo que tengo que evaluar a mis alumnos/as, es decir, en qué criterios debería basarme?  Para responder a estas preguntas, que seguro muchos de vosotros/as os hacéis os traigo las 5 dimensiones que engloban lo que es enseñar según Manuel Area (2011; dimensión instrumental,  cognitiva-intelectual, expresiva-comunicacional, axiológica y emocional) y lo que tiene que tener un alumno o alumna para ser competente digitalmente según Jordi Adell mediante un mapa conceptual realizado por mi amiga Mª Carmen Herrera, a la que también le interesa mucho este tema, y por mí para que, grosso modo, os hagáis una idea con un simple vistazo:





En cuanto a la evaluación, personalmente, me basaría, al igual que en la CDD, en las áreas para evaluar la competencia digital del marco de referencia propuesto por DIGCOMP en 2013: Información, comunicación, creación de contenidos, seguridad y resolución de problemas. Además, pediría a los alumnos/as que evaluaran a sus propios compañeros/as (evaluación entre iguales) y al propio alumno/a que realizase su autoevaluación pues lo importante es su experiencia de aprendizaje ante la interacción con la tecnología pues él/ella es el/la que aprende con la práctica, es decir, tocando y manipulando los “cacharros” como los llama Adell, explorando y descubriendo por él/ella mismo/a (aprendizaje constructivo).

Y me he dejado por contestar la pregunta de si se está llevando a cabo correctamente en nuestras aulas la competencia digital para el final porque me gustaría comentarla más ampliamente. En general, y a “bote pronto”, contestaría que obviamente no; se encuentran muchas dificultades debido a que una gran parte del profesorado no está preparado o no es competente digitalmente y, además, sigue sin verla como una necesidad a enseñar, siempre relegada a los contenidos curriculares cuando, en realidad, una cosa no es excluyente de la otra sino complementaria y, por supuesto, ya es hora de desterrar el mito de que sólo se enseña en la asignatura de informática; esto como maestros/as lo tenemos que tener muy presente y no engañarnos a nosotros mismos, pues la competencia digital debe ser trabajada e integrada en todas las asignaturas de una forma transversal. Dicho esto, también he de añadir que cada vez somos más las personas y profesores que estamos poniendo remedio a esto y que estamos empezando a remar al ritmo del alumnado para cubrir sus necesidades actuales, pues realmente lo importante no es la cantidad de tecnología que tengamos sino el enfoque de trabajo y la metodología que utilice el docente. Como ejemplo, para fomentar la CDA, os dejo una e-actividad que he realizado junto a Mª Carmen Herrera en la asignatura de Ciencias Naturales para niños/as de 5º de primaria que estoy segura que os va a encantar: E-actividad. Los ecosistemas.

          Lo que está claro es que la “Competencia Digital del Alumnado” deberá representar en un futuro, que ya es presente, uno de los pilares del sistema educativo que, necesariamente, tendrá que formar a individuos creativos y autónomos preparados para los posibles problemas que puedan encontrar en su vida futura, pues estamos ante una sociedad calificada como “sociedad de la incertidumbre”. Por lo tanto, es necesaria la formación de alumnos menos dependientes de temarios estrictos y de “protocolos”, por así decirlo, y que estén más en consonancia con una sociedad más actual: innovadora y fluida. Y esto se conseguirá renovando nuestra metodología y utilizando más nuestra creatividad y recursos y no dándonos miedo dejar de lado al libro como único recurso válido para la enseñanza. Como suele decirse coloquialmente “renovarse o morir”…hasta la próxima ;-).